miércoles, 17 de julio de 2024

Cascaritas de papa


Voy a partir de un lugar común: recordar es volver a vivir.


Continuaré en otro lugar común: escribió Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos que recordar es volver a pasar por el corazón:  "RECORDAR: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón".


Ayer fui a visitar a mi mamá, me ofreció tostadas de papa y res con su respectivo consomé. Estaban deliciosas. Me senté sola en la mesa de cedro que fue testigo de tantas comidas contigo.


Tantas risas.


El nacimiento de tu hijo, sus primeros bocados de comida sólida.


Su pastel de cumpleaños.


El nacimiento de tu hija, sus manitas regordetas sobre la mesa.


Partir la rosca en familia este 6 de enero pasado.


Tu último pastel de cumpleaños cuatro días después.


Lo pedí especialmente para ti: keto, sin azúcar, sin harina de trigo, chocolate:


decadente


delicioso


paliativo.


Nadie pudimos nombrar tu enfermedad en voz alta en estos poquísimos meses,


pensábamos que la volvería real.


que decir cirrosis nos acercaba a tu muerte.


Y ninguna de nosotras quería verte morir,


ninguno de nosotros quería despedirse.


Mamá, nuestra amá me llevó a comprar café y al banco después de comer y bajando por el cerro encementado de concreto donde crecimos ella, tú, nuestro padre, nuestros hermanos y yo fuimos testigos del atardecer más hermoso. Naranja, morado, azul y verde, malva y rosa. Le dije (otra vez) que ese cielo me recordaba la última tarde que pasé a tu lado, la última vez que te vi de pie, maravilloso, esperanzado, divertido como siempre.


A la vuelta, subiendo el mismo cerro, me dijo: "Hoy me acordé mucho del Gordo. Empecé a pelar papas para hacer las tostadas y me acordé de cuando él era niño y venía a mi lado a comerse las cáscaras. A tu hermano le gustaba comerse las cáscaras de la papas que yo pelaba cuando estaba chiquito".


Permanecí en silencio, cimbrada por sus palabras. Me hubiera gustado conocerte niño, abrazarte, correr contigo, pero cuando nací ya eras un niño grande y cuando cobré conciencia eras ya un adolescente y así te recuerdo en tus fotos de graduación de la prepa: bien rasurado, con tu piel rosadita, tersa, tirante y juvenil. Tu carita redonda, sin ningún rastro de enfermedad o pérdida.


Tu corazón latió por última vez la mañana del 6 de mayo de este año. Sólo han pasado dos meses.


Y este corazón que aquí late, esta cajita rítmica en mi pecho te extraña tanto.


Te extrañamos tanto, Nenito.