Para Natalia
Para mumu
Mágicas chispas arden en sus grupas tranquilas
y partículas de oro, como arena impalpable
alumbran vagamente sus místicas pupilas
Charles Baudelaire
La tristeza en los párpados del gato
la tristeza en sus mullidas ancas, en su cola,
la tristeza de andar sobre las bardas,
la tristeza de los pasos sin sonidos,
de los maullidos en celo,
la tristeza de los bigotes recortados, del tacto sometido
la tristeza de los gatos sin garras
de los gatos sin la pata trasera,
la tristeza de los gatos quemados con agua hirviendo
la tristeza del amo que no volvió a casa,
la tristeza del gato que espera tumbado mirando al sol
la tristeza del gato que se fue, del que regresó medio muerto
la tristeza de los dientes caídos, de los ojos perdidos,
la tristeza de los gatos que murieron arrollados,
de los que fueron ahogados, abandonados en sacos de tela vieja.
La tristeza de los primeros pasos,
de la gata al ser pisada,
la tristeza del felino grande que añora, en algún momento
haber sido como el félido casero, pequeño, equilibrado.
La tristeza del gato negro y mal augurio,
la tristeza del gato blanco sordo,
la tristeza de la gata de carey, tan fea
la tristeza del siamés, lánguido,
la tristeza del persa, deforme,
del devon rex, sin cola,
de las esfinges, que siempre pasan fríos.
La tristeza del ronroneo constante,
la tristeza del dolor inmenso,
la tristeza del amor de madre,
la tristeza del gato envenenado por la vecina
que se arrastró para morir fuera de casa.
Itzel Avilez, 2015