martes, 9 de mayo de 2017

Un miércoles como cualquier otro
encontramos tu cuerpo hermoso
mi niño amado, la carne de mi carne, la herida
de mi herida
La muerte se instaló en nuestras miradas
y la vida se tornó despeñadero
tiradero, matadero
La sangre, tu sangre, mi sangre
mi madre, nuestra pobre madre
"¡yo parí cinco hijos y a los cinco los quiero aquí!"
Y entonces
tu cuerpo tendido
hermoso, joven
tu lunar bajo los labios
tu sonrisita a medias
La vida es tan breve que el paso del tiempo no te tocó
y tu rostro reflejaba la paz misma de quien se fuma un tabaco todas las noches viendo las estrellas repasando la lista:
"Trabajo, escuela, novia, pendientes, deudas, cerveza, béisbol"
Tu cuerpo absoluto, durmiente
En qué momento esperas estar un día sentada
eligiendo los calcetines favoritos del hijo más pequeño de tu madre
"nadie te va a ver los calcetines, carajo, por qué (nos) hacemos esto"
pero hay que enterrar a quienes amamos con decencia
con dignidad
con rabia
con su camisa favorita
y un rosario en la mano
y claro, con un cigarro sobre el féretro,
ese que ya no hubo vida para fumarnos esa noche
Y entonces la noche.
Trámites, trámites, trámites,
tu vida, nuestras vidas
tu muerte, nuestra muerte
reducida a un número de folio
a un expediente
a un examen médico
a un lugar equivocado
en un momento equivocado
Y entonces
la despedida.
En qué momento esperas estar un día de pie
frente a ese cuerpo que amaste y protegiste
y que te protegió, y te amó toda la vida
y besarle por última vez la frente fría
y acariciarle el rostro en paz
y dejarlo ir
con sus calcetines favoritos
con su traje favorito
con su rosario en la mano
y ver cómo lo cubren de tierra.

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