jueves, 19 de septiembre de 2024

No sé bien en qué momento comenzó.

Era el chiste y a la vez el regaño familiar: “ya estás todo hinchado otra vez, gordo, te vas a morir”, “estás amarillo, mírate, si te enfermas yo no te voy a cuidar, no quieres agarrar la onda”. A ratos me preocupaba, me hacía jugos verdes en ayunas, comía saludable y regresaba a mi color natural. Pero no dejaba de tomar.  No podía dejar de tomar. Era eso o vivir

era precisamente eso: tomar o vivir.

Vivir, todo lo que implica vivir.


Un día mi padre murió, borracho, solo y por su propia mano, yo fui el último en verlo. Tres meses después tomar jugo verde en ayunas dejó de funcionar, mi piel pasó de ocasionalmente amarilla a gris, nunca volvió a su color original.


Fui perdiendo todo: mi matrimonio, mi casa, mis fuerzas.

Dejé de tomar, dejé de comer lo que tanto me gustaba pero la enfermedad seguía avanzando. Irreversible.


Tengo un hijo, tengo una hija, tengo un gato y tengo miedo de morir.


miércoles, 17 de julio de 2024

Cascaritas de papa


Voy a partir de un lugar común: recordar es volver a vivir.


Continuaré en otro lugar común: escribió Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos que recordar es volver a pasar por el corazón:  "RECORDAR: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón".


Ayer fui a visitar a mi mamá, me ofreció tostadas de papa y res con su respectivo consomé. Estaban deliciosas. Me senté sola en la mesa de cedro que fue testigo de tantas comidas contigo.


Tantas risas.


El nacimiento de tu hijo, sus primeros bocados de comida sólida.


Su pastel de cumpleaños.


El nacimiento de tu hija, sus manitas regordetas sobre la mesa.


Partir la rosca en familia este 6 de enero pasado.


Tu último pastel de cumpleaños cuatro días después.


Lo pedí especialmente para ti: keto, sin azúcar, sin harina de trigo, chocolate:


decadente


delicioso


paliativo.


Nadie pudimos nombrar tu enfermedad en voz alta en estos poquísimos meses,


pensábamos que la volvería real.


que decir cirrosis nos acercaba a tu muerte.


Y ninguna de nosotras quería verte morir,


ninguno de nosotros quería despedirse.


Mamá, nuestra amá me llevó a comprar café y al banco después de comer y bajando por el cerro encementado de concreto donde crecimos ella, tú, nuestro padre, nuestros hermanos y yo fuimos testigos del atardecer más hermoso. Naranja, morado, azul y verde, malva y rosa. Le dije (otra vez) que ese cielo me recordaba la última tarde que pasé a tu lado, la última vez que te vi de pie, maravilloso, esperanzado, divertido como siempre.


A la vuelta, subiendo el mismo cerro, me dijo: "Hoy me acordé mucho del Gordo. Empecé a pelar papas para hacer las tostadas y me acordé de cuando él era niño y venía a mi lado a comerse las cáscaras. A tu hermano le gustaba comerse las cáscaras de la papas que yo pelaba cuando estaba chiquito".


Permanecí en silencio, cimbrada por sus palabras. Me hubiera gustado conocerte niño, abrazarte, correr contigo, pero cuando nací ya eras un niño grande y cuando cobré conciencia eras ya un adolescente y así te recuerdo en tus fotos de graduación de la prepa: bien rasurado, con tu piel rosadita, tersa, tirante y juvenil. Tu carita redonda, sin ningún rastro de enfermedad o pérdida.


Tu corazón latió por última vez la mañana del 6 de mayo de este año. Sólo han pasado dos meses.


Y este corazón que aquí late, esta cajita rítmica en mi pecho te extraña tanto.


Te extrañamos tanto, Nenito.



viernes, 3 de mayo de 2024

Gracias

El mundo se desmorona

a diario

con cada noticia

con cada silencio


Cada día despierto

nombrando un nuevo terror

descubriendo palabras

diagnósticos y síntomas


Entre cajitas de pastillas

y coronas de flores

y el aroma indeseado de las rosas


Tus ojos sobre mí

Tu mano tomando la mía

Tu vientre liso, desnuda

a mi lado respirando

Estamos vivas

Estás aquí

Estoy aquí


Cuando este mundo

pequeñito, ínfimo

donde habito

se desmorona

siempre están ahí

tus ojos

oscuros

encendidos

mirándome

Trayéndome de vuelta.




3 de mayo 2024