domingo, 20 de agosto de 2017


Ayer que paseaba por el Jardín Botánico de Culiacán (un jardín-museo lleno de obras regadas por aquí y por allá y con un costo de entrada) con una amiga me encuentro las bancas de Teresa Margolles con la leyenda "Bancas elaboradas de cemento mezclado con el agua donde se lavaron cuerpos de personas asesinadas". Mi compañera avanzó al centro de la obra. Yo me quedé pasmada, no podía creer lo que estaba viendo. Pensé en mi hermano, en que en algún momento debieron lavar su cuerpo ensangrentado en el semefo, pensé en su cuerpo muerto y en que sí, hay personas que no tienen reparos en utilizar esta agua (eso sí, dicen, previamente desinfectada) para elaborar su obra. Lucran con esto.
También pensé en la exposición Navajas de Rosa María Robles, expuesta en el MASIN hace unos años (museo que también tiene costo de entrada, por cierto) la cual provocó lo que ella y los medios llamaron polémica (sic) por exponer cobijas ensangrentadas en las que fueron envueltos cadáveres de personas asesinadas para ser abandonados en la vía pública. Aquí les conocemos comúnmente como encobijados.
No soy crítica de arte, yo no pretendo decir si algo es arte o no, hablo desde las entrañas así que consulté compas que pudieran ayudarme a elaborar sobre el tema y aclarar dudas, llegamos y llegué a un par de conclusiones:
"Una persona lo suficientemente malintencionada podría cometer toda brutalidad si pretexta y convence a la sociedad en la que vive de que todo acto anti-ético que quisiera hacer es "arte". La noción de que el artista está de alguna manera por encima del bien y el mal es una de las peores tomas del mito del genio decimonónico. No es consistente admitir algo así como una ética común y decir que la expresión individual está por encima de esta.Tal cosa inmediatamente crea una nueva ética individualista - todos debemos respetar el derecho del artista de hacer casi cualquier cosa. Tal cosa se vuelve absurda cuando todos afirmamos nuestro derecho de ser artistas. Y si quemar la exposición del otro artista es mi arte? Ahí se revela que la idea original de que el artista está por encima del bien y el mal es una farsa. Son las fuerzas materiales que protegen a estos "artistas" individualistas y pequeño-burgueses, que lucran con el escándolo moralino de los que van a las exposiciones."
La mercantilización del dolor ajeno para entrar en el mercado del arte y autoafirmarse como "artista de denuncia" está bien presente pero estas artistas de denuncia ¿qué denuncian? ¿cuál es su propuesta estética, política y ética? El arte no "flota" por encima de las fuerzas de poder bajo las que sucumbimos lxs de abajo.
¿Qué diferencia entonces hay entre utilizar cobijas de encobijados, entre ir a la morgue o a escenas del crimen a extraer "material" para tu obra y las portadas de descabezados, desmembrados y acribillados de periódicos como La i, La Sirena o El Metro? Simplemente la clase social a la que van dirigidas.
El dolor ajeno vende, y vende muy bien.
Todo arte es político y este arte de la exhibición cruenta corresponde a la misma lógica del NarcoEstado y su necropolítica asesina: los cuerpos son objetos, no tienen rostro, no tienen nombre, no tienen identidad. Para el Estado son números, para lxs artistas: piezas.


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